viernes, 3 de enero de 2014

"No te me derrumbes más".

Son palabras que todos  pueden teclear como modo de finalizar un párrafo lleno de ánimos típicos para circunstancias que tienen de bueno, poco.
Pero no todos llegan a saber el por qué ella está en modo de pausa. En ese formato que no permite que las sonrisas salgan de su boca. Ese que consigue que las lágrimas se caigan solas.
Tampoco todos saben reconocer si está en fase activa ocultando un interior frío. Sólo los que de verdad la escuchan, son los que saben reconocerlo.
Esas personas en las que toda una conversación se reduce a un par de miradas. “A buen entendedor pocas palabras”. Pero lejos de una amistad verdadera, de esas en las que las buenas y las malas siempre están presentes, se encuentra con él.
Él es quien tiene la capacidad de oír y aconsejar de modo peculiar. Que no se espera que distinga entre sus diferentes estados de ánimo, sino que directamente se lo dice. Llama a la puerta de la confianza con fuerza y como un ráfaga de viento le suelta todo incluyendo lo que a nadie quiere contar, el verdadero motivo de estar así. Y él tras escucharla, sin teclear parrafadas, siendo claro y conciso; consigue abrir su mente una vez más. Consigue llenarla de seguridad. Cuando la conversación la da por finalizada, él sabe terminar con esas sinceras palabras que sin quererlo, le devuelven la sonrisa que tanto tiempo guardó.
Es ahí cuando le devuelve la emoción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario